Los responsables de la publicidad de tabaco sabían perfectamente que un señor con bata blanca y un paquete de tabaco era una estrategia perfecta para vender más.
Y esa estrategia de venta que ataca directamente a la credibilidad científica se ha utilizado por bebidas alcohólicas, por partidos políticos, por tertulianos televisivos, por empresas automovilísticas e incluso por revistas de pesca que terminan despidiendo a alguno de los científicos que les quedan debido a la presión de determinadas marcas.
Que los estudios científicos son un fraude publicitariamente trabajado no es ninguna novedad aunque de vez en cuando es noticia que alguna de aquellas cosas que nos contaban como ciertas se las habían sacado del orto.
Cuando alguien, normalmente una institución o una empresa con suficiente dinero, necesita demostrar la bondad de sus productos lo que hacen es encargar un estudio científico lo suficientemente sesudo y extenso como para que parezca creible sin que la marca corporativa salga en un excesivo primer plano. Solo así se entienden los anuncios de tabaco de los 50 o todos esos conocimientos populares que dicen que la CocaCola es estupenda para la resaca o para quitar el óxido.
También las asociaciones que se nutren de la defensa de los derechos de la infancia se empeñan en decirte lo mal que lo pasan los niños de tu vecindario de la misma forma que las que hacen pozos en Africa sacan continuamente fotos de negritos famélicos. En definitiva si no hubiera un motivo por el que necesitar de tu apoyo económico se quedarían sin trabajo.
En informática me repiten continuamente que quizá soy yo el que mete los virus en los ordenadores de las personas y siempre les respondo que las columnas de su garaje no las mueve el tipo que hace las reparaciones de chapa.
Sin embargo sabemos que vivimos en el siglo del científico, del tipo con bata blanca, una calculadora con muchos botones saliendo del bolsillo y unos cuantos bolígrafos manchando el mismo. Sabemos que si aparece un buen señor diciendo que los ositos de gominola son malos porque a su nieto se le han caido los dientes no tendrá ninguna importancia porque aparecerán unos señores con gafas rodeados de probetas lanzando en Science un artículo diciendo que el azucar pegado a trozos de plástico hace a los niños más inteligentes.
Todo dependerá del precio que tenga la ética del científico.
Y dado como está el asunto económico hay estudios que no parece que hayan salido muy caros.
Lo leí en una revista científica. Dicen que en el próximo Gran Hermano van a llevar a dos biólogos y a una psicóloga. Harán edredoning en bata blanca. Usarán rotuladores Edwing a modo de dildos. Serán líderes de audiencia y Mercedes Milá recalcará lo profundo del experimento sociológico del bodrio en cuestión.
Que los estudios científicos son un fraude publicitariamente trabajado no es ninguna novedad aunque de vez en cuando es noticia que alguna de aquellas cosas que nos contaban como ciertas se las habían sacado del orto.
Cuando alguien, normalmente una institución o una empresa con suficiente dinero, necesita demostrar la bondad de sus productos lo que hacen es encargar un estudio científico lo suficientemente sesudo y extenso como para que parezca creible sin que la marca corporativa salga en un excesivo primer plano. Solo así se entienden los anuncios de tabaco de los 50 o todos esos conocimientos populares que dicen que la CocaCola es estupenda para la resaca o para quitar el óxido.
También las asociaciones que se nutren de la defensa de los derechos de la infancia se empeñan en decirte lo mal que lo pasan los niños de tu vecindario de la misma forma que las que hacen pozos en Africa sacan continuamente fotos de negritos famélicos. En definitiva si no hubiera un motivo por el que necesitar de tu apoyo económico se quedarían sin trabajo.
En informática me repiten continuamente que quizá soy yo el que mete los virus en los ordenadores de las personas y siempre les respondo que las columnas de su garaje no las mueve el tipo que hace las reparaciones de chapa.
Sin embargo sabemos que vivimos en el siglo del científico, del tipo con bata blanca, una calculadora con muchos botones saliendo del bolsillo y unos cuantos bolígrafos manchando el mismo. Sabemos que si aparece un buen señor diciendo que los ositos de gominola son malos porque a su nieto se le han caido los dientes no tendrá ninguna importancia porque aparecerán unos señores con gafas rodeados de probetas lanzando en Science un artículo diciendo que el azucar pegado a trozos de plástico hace a los niños más inteligentes.
Todo dependerá del precio que tenga la ética del científico.
Y dado como está el asunto económico hay estudios que no parece que hayan salido muy caros.
Lo leí en una revista científica. Dicen que en el próximo Gran Hermano van a llevar a dos biólogos y a una psicóloga. Harán edredoning en bata blanca. Usarán rotuladores Edwing a modo de dildos. Serán líderes de audiencia y Mercedes Milá recalcará lo profundo del experimento sociológico del bodrio en cuestión.
Pues visto el éxito de la ciencia y la investigación en españa, podrían ir todos al programa de la milá, porque no les veo mucho más futuro.
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