La cuarta humillación humana

Después de la revolución agrícula, la industrial y la del microchip algunos científicos se adoran a si mismos hablando de la revolución neurocientífica diciendo que supondrá la cuarta humillación del ser humano al poder describir y adelantarse a muchos de los comportamientos que considerábamos exclusivos de nosotros mismos y nuestro aclamado e irresponsable mundo interior (consciente o no).

Partiendo de ello y del miedo que nos da que un señor pueda ser capaz de adivinar y modificar nuestros comportamientos más allá de lo que lo hace la publicidad subliminal, otro grupo de estudiosos se han dado cuenta que los niños y los monos hacen algo que muchas veces realizan también los adultos para subsistir cuando no tienen ni idea de la acción correcta a realizar, que es copiar a la mayoría.

Con lo cual, haciendo un silogismo barato, podremos llegar a la conclusión que quienes piensan como simios se refugian haciendo lo que hace la masa, independientemente que sea animal , vegetal, humano o cosa.

Y en este mundo satanizado en el que cuando un gobierno, un seguidor de un equipo de futbol, un manifestante o un vecino no sabe que hacer decidirá, bloqueado y siguiendo la dirección marcada por la mayoría, lanzar misiles, bofetadas o garrotazos. Así que lo más normal es que unos concienciados y anarquistas ultras (en este caso de izquierdas) maten a un tipo de la misma forma que lo podría hacer un puñado de skinheads, que es con una barra de hierro.

Decir, en la época de Darwin, que veníamos del mono en vez de ser una copia de un Dios omnipotente resultaba un sacrilegio. Decir, en la época actual, que los monos y nosotros nos parecemos demasiado y en demasiados comportamientos, es una obviedad.

Las humillaciones humanas aparecen cada vez más velozmente. Que sean cuatro me parecen pocas. Porque si la mayoría tiende a volverse idiota parece ser que hacer lo mismo es una forma de subsistencia, y de humillarse.

Y humillados gilipollas hay desde el gobierno más democrático hasta en los suburbios de alguna ciudad sometida por el miedo a más de un tirano.