19 de enero de 2012

La tecnología y los nuevos recuerdos

Cuando mis padres tenían un momento melancólico y hablaban de su infancia podías imaginarte sus relatos. Nunca vi más que un par de fotos, y en una creo que mi padre hasta tenía pelo rizado, que pudieran asegurar que sus historias fueran ciertas. La otra es una foto de mi madre en la que se parece sospechosamente a Elisabeth Taylor, pero es que para mi siempre ha sido una mujer preciosa.

Si me voy a las fotos de mi infancia, que no son muchas, aparezco en blanco y negro siendo un bebé en los brazos de mi padre y me averguenzo absolutamente de una foto con colores al estilo "cuéntame" en la que parece que mi madre me la está sujetando mientras orino como un niño que acaba de empezar a andar (y no puede hacer dos cosas a la vez).

Luego llegan los álbumes de mi adolescencia. Las fotos de los viajes, las fotos con los amigos e incluso alguna foto con aquellas primeras novias.

Y un día llegó la tecnología. Empezaron a acumularse fotos y vídeos. Tengo guardadas muchas caras de las que apenas recuerdo los nombres. Sitios que parecen iguales. Más fotos de la última persona con la que no me supe comportar que fotos de mi hermana.


Y pienso que dentro de pocos años habrá personas que tengan, quizá, demasiados recuerdos de su pasado como para inventarse historias perfectas.

Ahora mismo desconozco si tener tantos datos, tantos videos, tantos recuerdos... puede hacer que nuestro futuro y, sobre todo, nuestras historias ya no tengan ese componente de magia el día que nos pongamos, melancólicos, a contarlas.

Supongo que la tecnología variará, ostensiblemente (si no lo ha hecho ya), nuestros recuerdos.

1 comentario:

  1. Estupendo artículo.
    Los que tenemos la memoria como un queso de gruyere, ... ¡vaya, se me olvidó qué te iba a decir!





















    Esto, perdón, ¿por dónde se sale?

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