La asociación Media Smart ha desarrollado un material didáctico para niños de 10 y 11 años con el fin de que no se dejen llevar por las modas de una manera absurda e irrefrenable. Para eso, más o menos, han cogido fotos de Britney Spears de cuando estaba estupenda y fotos de Britney con una celulitis galopante y les intentan demostrar con ello que no es oro todo lo que reluce, usando un refrán.
Este tipo de campañas se suelen basar en un par de elementos básicos: Los consumidores de publicidad son tontos y los publicistas lo pueden todo.
Será por ello por lo que se prohíbe asociar publicidades que induzcan a trastornos alimenticios, publicidades que muestren tabaco o asocien alcohol a felicidad. Será por ello por lo que a Gisele Bunchen le consideran demasiado sexy para anunciar alguna cosilla en Brasil (y lo llaman sexista) o por lo que hoy comentaban en TV que se estudia prohibir los reclamos publicitarios de los clubs de carretera porque distraen a los conductores.
En la película "3 mujeres para un caradura" (título original L.A Story) muestran esa sociedad de los 90 de L.A en la que estaban poseídos por las formas de ser absolutamente anárquicas de la época. Steve Martin, en un papel que siempre me ha resultado sorprendente, pasa parte de la película siguiendo los consejos que le da un anuncio de esos que te van diciendo cosas cuando estás en medio de un atasco.
Hay quien dice que el marketing es responsable de más del 50% de la elección que realizamos en el momento de la compra de un producto. Y un producto, en realidad, no tiene que ser algo exclusivamente físico. Puede ser un fondo de inversión en el que sonrientes personas sobre color naranja te hagan creer que vas a ser más feliz viviendo en un banco que también es de más gente. Puedes pensar que la cafetera roja negra de cápsulas que te dan por poner tu nómina en tal o cual banco te hará más exitoso porque así parecen los que figuran en las fotos que lo publicitan en la sucursal. Puedes incluso creer que eres más guapo con un iphone en la oreja, consumiendo ensaladas o lonchas de pavo que anuncian por la televisión.
La publicidad y todos esos mensajes sobre la felicidad que nos irradian a diario son responsables de muchas de nuestras sensaciones de fracaso o de falso triunfo. No le pasa exclusivamente a los niños que, casi con total seguridad, son más capaces que tú y que yo de diferenciar la mentira de la verdad.
Todavía estamos buscando el amor perfecto, que es aquel que tiene banda sonora con violines, te lleva al meloso París y nunca te cansas de tenerlo a tu lado, porque es lo que suena en los anuncios.
Duddley Moore, aquel actor de los 80, interpretó "Crazy People" en 1990 con un personaje que representaba a un publicista que empieza a hacer campañas honestamente brutales: “Volvo, cuadrados pero seguros”, “Metamucil, te ayuda a ir al baño. Si no lo usas te va a dar cáncer y te vas a morir”, “Paramount Pictures presenta “The Freak”, esta película no solo te asustará, te joderá de por vida”, “Deja de fingir, si te ves así (imagen de un obeso) eres gordo, en realidad eres un gordo zángano. Admítelo, haz algo al respecto”. Como se puede suponer, acaba en un manicomio después de un pequeño momento de éxito del que, treinta segundos después, es eliminado por los consumidores que adoran ser engañados (más o menos como leer los cables de wikileaks y olvidarlos 30 segundos después).
Terminaremos prohibiendo publicidad excusándonos en que es sexista, que afecta a los niños, que hace fumar o beber a quienes tienen poca fuerza de voluntad y resultará que prohibir la publicidad que nos miente es algo que nos dejará sin anuncios, sin viajes y sin violines.
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