Jean Paul Sartre define al hombre como un ser "condenado a ser libre". Probablemente sea la definición de libertad con la que nos gusta vivir aquellos que vivimos en la época que nos ha tocado vivir.
Existencialismo en estado puro.
Somos libres de crecer, de estudiar lo que queramos e incluso, se supone, de trabajar en aquello que nos apetece ya que, con el paso de los siglos, hemos ido ganando esos pequeños espacios que nos han concedido como derechos las necesidades básicas y nos han permitido decidir entre las necesidades banales de la vida.
Los defensores de un Dios suelen decir que dejar al hombre con esa carga de divinidad es algo que, por excesivo, terminará haciendo mella en el ser humano. Es cierto también, que la dependencia de "religiones alternativas" (desde religiones propiamente dichas hasta la dependencia irracional de los colores de un equipo deportivo) tienen un nuevo esplendor en el siglo XXI.
También es cierto que la sociedad moderna tiene un componente esclavizador de gran tamaño. Tener que. Que estudiar, trabajar, cumplir horarios, vigilar la espada de los deadline que viven sobre nuestras cabezas, los cumplimientos de las hipotecas, visitar a la familia, cumplir con la pareja, saludar al suegro. Al final ese es parte del pequeño Dios que nos obliga y nos castiga, al estilo de Fromm, cada dia que pasa.
Y quien no vive eso vive ese juego absurdo de sertirse parte de algo. "Soy de Vodafone", "Soy de mac", "Soy del Barcelona" e incluso el "soy gótico" o "soy gay", con lo que implica somerterse libremente al dictamente de la marca, colores o grupo social. Resulta muho más dificil responder positivamente a "a las 12, con un bañador, en la piscina" que responder a "¿qué te apetece hacer hoy?"
¿Es posible el componente utópico como concepto de la libertad individual?. Todas las sociedades utópias, desde 1984 hasta Walden 2, presentan un futuro carente de ella, como si el ser humano fuera incapaz de lograr aquello por lo que lleva siglos luchando.
Democracias, libertades, libre albedrío, carpe diem...
Es probable que tengan razón cuando algunos son capaces de afirmar que vivir sintiéndose un Dios es demasiada responsabilidad.
Y no nacimos con responsabilidad de serie.
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