Hay cosas que te venden las películas que te encantaría que fueran verdad:
Sin embargo, por alguna razón probablemente cultural o genética, lo terminas convirtiendo en esto, que es lo mismo, pero no es igual:
La mayoría de las personas cometemos exactamente el mismo error (o el mismo cambio) según vamos acumulando besos o experiencias a nuestras espaldas. No solamente es una cuestión sexual o de cariños, sino que es extensiva a todas aquellas cosas que pasan por nuestra vida y probablemente es el mismo motivo por el que la racionalidad puede con las ilusiones a base de años en nuestro calendario. Por ese mismo motivo los coches de nuestros padres son amplios y tranquilos mientras que con 18 yo tuve aquel golf GTI blanco que rugía como una mala bestia a 240km/h en la misma recta donde ahora han colocado un radar de 110 junto a la entrada oeste del supuestamente corrupto Castro Urdiales.
Se supone que las sociedades que tienen conciencia común desde hace años viven las revoluciones tranquilas y que aquellos pueblos (como Gambia y Senegal, cuyas fronteras fueron marcadas por unos ingleses a cañonazos en 1889) viven sus reivindicaciones casi como un grupo de aficionados del baloncesto griego o unos sometidos habitantes de la democratica Siria.
Se supone que los lugares de retiro de la tercera edad son tranquilos y con sonido de pajarillos mientras que el ocio adolescente es ruidoso como si no fuera a existir un mañana (cuando mañanas es lo que sobra entre dos rave)
Se supone que el primer sexo está lleno de sudor y prisa por tener todos los poros abiertos a sensaciones mientras que el sexo de los jueves a las doce puede resultar aburrido si tienes un reunión importante el viernes o gotea la cisterna del baño.
Se supone, simplemente, que por alguna razón que no llego a entender el amor se muere a los dos años y diez meses cuando es un buen momento para descubrir que se ha llegado a una frontera. Se supone que a partir de los 40 no nos atrevemos a vestir con colores fuertes o que siempre llevamos un paraguas cerca, por si llueve. Se supone que aquellas ilusiones que vivímos tras la muerte de Franco se han ido diluyendo fruto del tiempo, del hastío, de las hipotecas, las telenovelas y del IPC.
Y cuando me niego a pensar en las bacterias de un beso sino en la sonrisa emocionada del último como si fuera el primero algunos creen que sigo siendo un niño.
Y no quiero dejar de serlo, pero me voy haciendo irremediablemente mayor mientras ya no se reduce mi hipoteca y mi coche no corre tanto.
Quiero que me digan al oído que mi inmadurez es superlativa para mi edad.
fuente del primer video: @cristinapg
ResponderEliminarMe ha gustado la referencia a Castro Urdiales jajaja eso sí, el radar está puesto a 100 ;-)
ResponderEliminarUn saludo desde Castro Urdiales
entonces tengo que ahorrar para la multa...
ResponderEliminarme gusta mucho tu blog, tengo bastante tiempo de seguirte, ya no sé cuanto.
ResponderEliminarHoy me decidí saludar y decirte pues, que siempre te leo y que me gusta lo que leo.
Saludos!
Laura
Costa Rica
gracias.
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