31 de marzo de 2011

Mi vecino Dexter

Probablemente el personaje de Dexter resulta ser el extremo entre la bondad y la maldad, tal y como la hemos entendido a base de telefilmes. Dexter, para el que no lo sepa, es un bondadoso, solitario y sonriente forense de la policía de Miami que siente la irrefrenable necesidad de matar y que se pasa 6 temporadas matando a un buen montón de gente mientras nunca parece el culpable por personalizar la bondad en estado puro.
Lo normal, cuando se descubre un pequeño Dexter en las hojas de sucesos, es que la mayoría de los vecinos se asusten pensando que un asesino despiadado les servía café por las mañanas mientras acompañaba el saludo con una sonrisa. Más o menos eso ha sucedido en Bilbao al descubrir que el propietario del bar de tapas Aritz, junto al polideportivo de La Casilla donde jugaba el BilbaoBasket, era en realidad el supuesto asesino de una empleada de banca de Cambrils asesinada en el transcurso de un atraco el pasado mes de Octubre. Se le acusa de más de 50 atracos.

¿Conocemos realmente a nuestros vecinos?. Ya no son casos como el del mayor asesino en serie de nuestro pais: Manuel Delgado Villegas, que resultaba ser una persona con la personalidad completamente destrozada, sino que no somos capaces de afirmar si acaso las salidas nocturnas de nuestra vecina son para ayudar en un comedor social antes de irse a trabajar o si es la reina del paraiso swinger.

Hay quien tiende a pensar mal y hay quien tiende a pensar en positivo pero lo cierto es que todos, más o menos, tenemos a nuestro pequeño Dexter y nos encanta que nuestra pareja o nuestro vecino no sea partícipe de ese pequeño oscuro secreto que llevamos con nosotros. Algunos ayudan en comedores sociales, otros disfrutan con los anuncios eróticos de altas horas de la mañana, los menos llevan un pasado delictivo a sus espaldas o simplemente necesitan su espacio inconfesable porque no son capaces de admitir que se despiertan a media noche para volverse a leer los comics de Asterix que guardan en la parte baja de la estantería.

Sin embargo, la mayoría de las veces, si te encontrase en medio de tu vicio inconfesable como, reconozco, te ví, sería capaz de volver a cerrar la puerta y hacer como si no hubiera pasado, porque espero que tú seas capaz de respetar el mio, del que me estoy quitando.

Y si un día, fruto del exceso o de la mala fortuna, salgo en la prensa espero que la señora mayor de la tienda de golosinas de la esquina vuelva a afirmar que yo, precisamente yo, era un buen tipo sorprendentemente malévolo, como Dexter (aunque mi pasajero oscuro es un tipo de buen corazón nada sangriento)

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