27 de enero de 2011

El drama del césped del vecino

La mayoría de las veces que nos sucede algo negativo en nuestras vidas solemos poner cara de poker y sonreir como si no pasara nada. Esa es la actitud habitual con la que solemos convertirnos en actores de nosotros mismos.

Eso lo sabemos y normalmente pensamos que los demas actúan de una manera similar a la nuestra.

Sin embargo a la hora de valorar la felicidad o la penuria de los demás una de nuestras partes inconscientes nos miente continuamente. Por eso mismo parece que se ha demostrado que cuando alguien lo está pasando realmente mal no somos capaces de ponernos en su pellejo y tendemos a valorar su situación bastante más benévolamente de lo que es en realidad.

Yo no soy un buen ejemplo porque me paso la vida autocompadeciéndome como el niño que llora esperando que le consuelen.

Sin embargo a un grupo de estudiantes les pidieron que describieran sus experiencias positivas y negativas recientes. Posteriormente otro grupo hizo como suyas las positivas apartando las negativas de su vida. Es decir, que no se creían que las cosas malas fueran tan malas.

Obviamente no creerse que las personas cercanas también lo pueden pasar mal te hace sentir peor cuando tu vida se tuerce porque una parte de ti ve solamente parejas felices cuando pasea por la calle echando de menos a aquella novia que se fue con un perroflauta o ricos cuando te has quedado en paro.

Todo es culpa de esa manera de compararnos tan tonta y esa tendencia tan humana a vivir en el drama.

O porque nos encanta pensar siempre que, pase lo que pase, el cesped del vecino siempre está mucho más verde.

O porque nos encanta flagelarnos.

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