2 de diciembre de 2010

La Pantera Rosa cruza el Rubicon

Todos nos hemos enfrentado alguna vez al dilema ese de cruzar el rio en barca con una lechuga, una oveja y un lobo sin que ninguno se coma al otro.
(En realidad la respuesta correcta consiste en admitir que se puede hacer un viaje de vuelta con alguno de los elementos para no vernos abocados al fracaso.)

Y lo cierto es que este tipo de humor absurdo me ha puesto nostálgico y he pasado todo el tiempo de escribir el blog viendo capítulos de la Pantera Rosa y pensando el motivo por el cual añoro ese humor blanco que me dejaba horas delante de la televisión. Sobre todos los sábados después del telediario y antes de la película de vaqueros. Claro que nosotros no tuvimos esos dibujos extraños a los Chicho Terremoto en donde se levantan las faldas de las chicas, que es como una premonición de esa gran orgía de carne adolescente (que vive entre el 1.0 y el 2.0) que es Física y Química (y que los adolescentes de ahora recordarán de la misma manera que yo recuerdo las hombreras: una aberración de mi juventud). Nosotros tuvimos lo nuestro porque vivimos a una niña con su abuelo viviendo en una montaña con un único amigo y los grandes dramas de Marco buscando a su madre, a la que no sé si encontró. Quizá la última serie de dibujos que guardo con agrado fueron aquellos Dragones y Mazmorras. Y quizá la primera que aborrecí fueron los Fruitis, porque siempre me parecieron los hermanos ñoños de Naranjito. Nunca me preocupé de Candy Candy porque me educaron en mi masculinidad y me reía mucho con Alf, pero no eran dibujos, sólo un devorador de gatos cósmico. Después, cuando un día logré volver a ver a Mazinger, me decepcionó su escasa calidad porque en mi cerebro volaba contínuamente y era mucho más glamuroso. Quizá ese es el daño que hacen las reediciones de nuestros recuerdos infantiles. que eran mejor en nuestra memoria.

Pero la Pantera Rosa sigue siendo brillante, reconozcámoslo.
...dudo que Bob Esponja pueda superar esto... pero sé que ésta es una apreciación tremendamente "viejuna".

2 comentarios:

  1. Creo que, cuando tienes hijos, tu nostalgia se envidia en una graduación que no podrías valorar. Es la envidia de saber que lo que estás ofreciendo a tus hijos, frente a lo que a ti te dieron, transmite unos valores que ni a tu edad puedes ser transigente con su traducción a la vida diaria. Realmente añoro a la niña olvidada en el monte con su áspero abuelo, las cabritas, la nieve, Niebla... Ójala un modelo como ese para mi hija. Ójala un mundo así para los adultos. Y si, claro está, ese mundo es improvable, cuando no imposible, pues que nos destierren a la cabaña del jodido abuelo que ya nos las arreglaremos con la leña y el queso de las cabras (que no recuerdo que comiesen más y nada de colesterol y esas cosas).

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  2. Comentario absolutamente sesudo y repensado sobre la pantera rosa y el echo de que te hayas animado a hacer este post:

    M A R A V I L L O S O

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