2 de septiembre de 2010

Conciencias de cuero y jabón


Será por eso por lo que ella siempre se duchaba antes de verme o yo me lavo los dientes antes de ir a televisión: para compensar la mierda que sacas por la boca.

Lo cierto es que la percepción que uno tiene de sí mismo le hace considerar el mundo a su alrededor de maneras diferentes. Si soy un diputado bien pagado con sueldo fijo no es lo mismo que si me expulsaran del paraíso laboral al día que cerró la empresa (aunque fuera por sms). Si uno sale feliz y contento de casa de ella después de tener el cielo (no encontré el video de "nada en la nevera", asi que pongo el de "500 días juntos") no es lo mismo que aquellos momentos en los que sales apaleado.
¿Pasa lo mismo en las consideraciones morales si es que te sientes limpio?. Parece que sí. Será por ello por lo que los políticos son unos dandys, los metrosexuales resultaron ser la gloriosa virtud del snobismo hace unos pocos años y los warryboys que huelen bien son las estrellas de algunas noches de pasión toledana.

Cuando, aún con Felipe Gonzalez de presidente del gobierno, una buena amiga se sentía poco deseada me solía llamar y bajaba a su portal con unos ajustadísimos pantalones de cuero. Nos montábamos en el coche y dejábamos sonar a Frank Sinatra. Parábamos en los bares. Yo me quedaba a un lado. Esperábamos a que un buen muchacho se acercara, dijera alguna incoherencia y le subiera el ego a la chica de cuero. Ella me miraba. Yo me acercaba, la rescataba de las garras del infiel y los tres: su ego, ella y yo nos íbamos a casa con la sensación del deber cumplido. Porque esos pantalones de cuero era su manera de enfrentarse al mundo. No la hacían más guapa, pero la limpiaban la conciencia.

Me voy a la ducha, que tengo grupo de debate. Juararía que tengo unos pantalones de cuero en algún lugar de mi enorme armario.

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