15 de septiembre de 2010

Amantes, confesores, vida y Carlos Sainz

De la misma manera que es imposible pasar del confesionario a la cama (chiste cura-pederasta) o de la cama al confesionario (chiste personal) existen determinados comportamientos que alteran la concepción de las cosas que una persona aceptablemente normal puede tener sobre el mundo que le rodea.

Zapatero ha dicho que un tipo que está en paro pero trabaja está trabajando por su pais y que por eso no puede contarse en las cifras del paro (una gilipollez que sólo se cree Pajin).
En la página web del PP se asegura que es el partido de los trabajadores. (otra tonteria)
Esperanza Aguirre ha decidido que le sobran un buen puñado de liberados sindicales y les va a mandar a galeras a trabajar como cualquier hijo de vecino. (ostrás, pues le voy a dar la razón)
Felipe Gonzalez está a favor de la legalización de las drogas. (a este también le doy la razón, pero, ¿por qué no la legalizó en sus 12 años de gobierno?)

Tengo la certeza casi absoluta que en política y en futbol primero se buscan los comportamientos y después las justificaciones. Primero se mira alrededor y se decide el camino que tomar. Se decide que hoy nos toca cama o que nos toca confesionario. Se decide que hoy nos toca defender al bueno o atacar al malo. Se decide ir por una direccion o defender la dirección contraria según convenga. Y al final parece que vamos por ahí tan torpes como Punset jugando al Pac-Man.



Da la sensación de que muchos de nuestros referentes sociales van por la vida andando en círculos o en interminables espirales. No debería de ser tan complicado saber cual es nuestro objetivo, al menos ese es el paso previo para gastar nuestras limitadas energías. Carlos Sainz, referente nacional de la mala fortuna, decía que la manera correcta de trazar una curva era cerrarse al principio mirando la línea interior y al ver el final dar gas con la mirada puesta en la siguiente.

Cuando, después de años de esfuerzo laboral irracional que acabó con más de una vida personal satisfactoria que pude haber tenido, me ofrecieron el trabajo de mi vida pedí que me dejaran unas horas para pensarlo. Me senté en un banco. Intenté salir fuera de mi para poder visualizarme un tiempo después. Me ví con una casa más grande, con un coche más brillante, con una mujer con pechos operados que bajaba a tomar café con sus amigas mientras yo llegaba con la corbata colgando de mi barriga mientras mis obesos hijos dejaban la consola para pedirme la paga. Volví donde el empleador. "Convénceme"-le dije. "Vas a ganar mucho dinero". Y con la respuesta de "no me vale" me di la vuelta y consideré que ese era el principio del nuevo y paupérrimo camino en el que estoy ahora.

Porque ví el final de la curva, que es lo mismo que saber lo que quieres.

Desde entonces llevo un tiempo sin justificarme como los políticos y (aunque es socialmente muy poco rentable) me siento orgulloso de ello por mucho que mi vida esté llena de espirales. Cuando me han ofrecido entrar en política (2 veces) siempre he dicho que no porque no me vale justificarme a medias. Miento muy mal. Soy mejor amante que confesor pero cuando me piden consejo soy tan tonto que respondo, mantengo la calma y sigo adelante.

Pd: tengo un amigo que jura que se lo hizo con un cura en un confesionario de Lugo... siempre hay excepciones.

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