Mi sobrina, sorprendida por la irrupción ante sus ojos del nuevo mundo de la preadolescencia, dice que tengo dentro de mi a un vengador, a un justiciero.
Dice que me enfado y que me molesto y que me paro delante de los señores que aparcan en las plazas de minusválidos para recriminarles su falta de solidaridad y que incluso a veces parece que les voy a partir las piernas y ocupar la plaza para que sean conscientes de lo mal que sienta que algunos se salten las normas como si no fuera con ellos este equilibrio que queremos tener en nuestra sociedad de aprovechados.
Dice que miro mal a los que escupen por la calle
Dice que, cuando conduzco y tengo que esquivar a un peatón, acelero un poco para que se asuste con el ruido de mi motor y no lo vuelva a hacer.
Dice que digo cosas a las personas que no se comportan como adultos aunque yo me haga pasar por un niño algunas veces.
Dice que saco, de vez en cuando, a una especie de superhéroe sin poderes que utiliza como arma su verbo arrojadizo.
Pero luego me castiga cuando voy a cruzar la calle con el semaforo en rojo.
Me gusta verme desde sus ojos.
Pd: En vez de islas lejanas deseadas me voy a verla de vacaciones (a ver si aprendo de la pureza absoluta que tiene la infancia).
Yo me quedo mirando al de la foto. ¿ Es el marido de Bebe ?
ResponderEliminarEnseñale que no eres rarito si no mas bien extraordinario.
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