28 de junio de 2010

Hipócrita mundo pequeño


Me preguntaban esta misma mañana si acaso, con toda esa estupidez de los chicos que han preferido grabar en movil a los cadáveres de los atropellados por el tren (y por intentar ahorrarse unos segundillos cruzando por las vías) en vez de usar el teléfono para su utilidad principal que es llamar, estamos perdiendo los valores.

No creo que sea una cuestión de valores.

Creo positivamente que las aspiraciones humanas están sufriendo el golpe de la realidad de nuestra propia evolución.

Hace no mucho tiempo las naciones aún albergaban la posibilidad de expandirse, de convertirse en nuevos imperios. Nosotros nos creímos los dueños de sudamérica y los ingleses, los franceses e incluso los portugueses, hace demasiado poco tiempo disponían de territorios donde no se ponía el sol, porque ello no es monopolio español.

Incluso durante la segunda guerra mundial lejanas poblaciones vivían ajenas a cualquier masacre con 20 millones de muertos que sucediera en otro hemisferio, como si fuera en otro planeta.

Pero cerramos el círculo de las conquistas porque llegamos desde un lado del planeta al otro. Podemos, como cualquiera y hasta por un importe ridiculo, salir siguiendo el sol y volver a nuestra casa en relativo poco tiempo.

Eso no nos convierte en grandes exploradores, sino en turistas con posibles que caminan por un planeta que se va quedando pequeño.

Sin embargo la población, en general y abotargada por la moralidad sutilmente impuesta, quiere vivir encerrada en unos blancos valores globales puros. Quizá por ello en una muy seria encuesta del eurobarómetro afirman que les interesa más la ciencia que el deporte. Te asegurarán que les importa una barbaridad la situación laboral de los niños del Nepal, que ansían conocer y disfrutar lejanos lugares más allá de los mares y que pensarán paraísos mientras sus ojos se mueven hacia la parte superior derecha que es donde viven los sueños.

Luego van a PuntaCana y no salen del resort. Compran ropa barata en la India. Alquilan jineteros y jineteras en Cuba. En definitiva, utilizan todas esas actividades que moral y estadísticamente critican porque de la misma manera que han aprendido lo pequeño que es nuestro mundo tambien son conscientes de todas sus injusticias y creen que por su pequeño granito de arena tampoco se romperá el equilibrio injusto en el que vivimos todos.

Con lo cual de la misma manera que el que graba con el móvil a sus compañeros de tren muertos cree que ya se encargará alguien de llamar a las asistencias sanitarias, el ciudadano convencional intenta aprovechar aquellas injusticias que le benefician para, después, jurar que nunca haría lo que ha hecho.

No es un cambio de valores, es que no hay cambio de valores cuando sí lo hay de sociedad. Habrá que darse cuenta antes que nuestra estupidez no lo haga posible.


Pd: ahora me darás la razón y dentro de unas horas, cuando un muchacho de color entre en el bar y te ofrezca un cd copiado, unas gafas malas o un reloj falso, comprarás.

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