21 de febrero de 2010

Comisarías: los nuevos confesionarios

A saber: una señora mayor se acerca a la puerta de la comisaría. Lleva una chaqueta vieja de corte y una falda larga de tela azul que deja ver unos delgados tobillos encima de los zapatos de andar, feos pero cómodos. Tiene el pelo corto, gafas de pasta oscura y es de estatura baja. Le cuesta abrir esas puertas protegidas por apertura remota como en los bancos. Está algo alterada. Va directa contra el cristal donde un agente la atiende.

“Mire usted- dice la señora quitándose las gafas- Buenos días. Ayer vino mi hija a hacer una denuncia porque se había levantado por la mañana muy pronto porque tiene que ir a trabajar al "Carrefur" ya que de lo que ha estudiado no encuentra trabajo aunque es titulada por la universidad y se encontró el coche llenito de pintura. Eso es una vergüenza porque tuvo que llegar tarde al trabajo y eso no se lo paga nadie, porque es así. Y mi hija se levanta muy pronto y además ahora que no tiene coche porque lo compró hace apenas 3 meses con las primeras pagas. Fíjese usted, una chica joven que tenga que levantarse tan pronto para trabajar en algo que no ha estudiado. Así que estos días se ha levantado a las seis y con el tiempo justo porque los autobuses tardan en llegar y yo digo "lo bien que lo hacía con el coche", pero claro, ya se sabe, que hay mucho loco por ahí. En fin, que lo que pasa es que mi hija hizo la denuncia ayer y ya sé quien ha sido.”

El agente parece que es un experto en estos casos, tras aguantar, le pide a la señora su documentación.

“Pues fíjese que no la llevo, porque con las prisas no he tenido tiempo. Ha sido mi vecino, bueno, el hijo del que era mi vecino. Ese sí que era un buen señor y siempre le podías pedir un favor y siempre era amable con todos. Claro que desde que se murió (pobre hombre) el hijo está cada día más loco. No sólo con mi hija, sino con todos los vecinos. Las cosas no pueden estar así porque, claro, no habla con nadie, a otro chico también le mete palillos en la cerradura y hace pintadas en el portal. Esta mañana, cuando le he preguntado que si había sido él, me ha empezado a insultar. Me ha llamado hija de puta y no sé cuantas cosas más. No puede ser. Luego que si yo le he tratado mal y que si soy una vieja asquerosa. Pero, ¡bueno! , ¿usted se cree?. Por eso ya sé quien ha sido el que le ha hecho eso a mi hija. Ha sido él y además me ha estado insultando. No puede ser, las cosas no pueden estar así. !A donde vamos a parar!”

“Entonces, señora, deberá de venir su hija a ampliar la denuncia”

“Pero si mi hija, la pobrecita, está trabajando. Luego, cuando llega a casa, lo que tiene que hacer es descansar porque se levanta muy temprano. Claro que por eso vengo yo, para ver si se puede hacer algo. ¡Me ha llamado sucia!. ¿Usted ve?. No deberían de permitir eso, con lo bueno que era su padre. Hay que ver que justo al lado de nuestra casa hay un bloque con esos, ocupas, y son unos chicos estupendos. Tendrán sus cosas, no lo niego, pero, mire usted, son unos chicos que siempre te ayudan y aunque van con todos esos perros que llevan, siempre te echan una mano y son amables. Tienen esos colores en la casa y son muy alegres. Pero este otro, este otro no sé yo por qué la ha tomado con nosotras, porque dice que soy yo que le hago la vida imposible. Mire, la verdad es que este chico tiene que tener algún problema, pero no podemos seguir así porque otro vecino se ha comprado un coche y cuando lo aparque debajo ya verá usted como se lo estropea, como a mi hija. Un coche nuevo… una pena, ¿sabe?. Porque está trabajando y con toda la ilusión que le hacía…. Pero sí, es el vecino, así que ya lo sabe usted.”

La señora, tras esos momentos de agitación se pone la chaqueta correctamente, se vuelve a poner las gafas, se gira con la espalda bien recta y sale por la puerta contenta de haber cumplido con la justicia, no sin antes darnos a todos los buenos días. ¿Serán las comisarías de policía los nuevos confesionarios del siglo XXI?.

Pd: completamente verídico.

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