Calvin Coolidge fué presidente de EEUU entre los años 1924 y 1929.
Cuentan que en cierta ocasión asistía con la primera dama a visitar una granja avícola. En cierto momento ella quedó impresionada por la cantidad de veces que copulaba el gallo. "¿Cuantas veces?"-preguntó. "Muchas"-le respondieron. En ese momento ella, en una consideración pícara dijo "hagánselo saber al señor Coolidge".
El presidente, intentando ir un poco más allá, hizo una investigación más. "¿Siempre es con la misma gallina?"- se apresuró a indagar. "No-respondieron-con muchas diferentes"
Entonces el presidente dijo: "Hagánselo saber a la señora Coolidge".
Desde entonces para definir ese interés hacia una nueva compañera sexual o esa expresión de "se acabó la pasión" se nombra al Efecto Coolidge.
Dicen que el amor romántico, que es aquel que te hace buscar apresuradamente a tu pareja, dura entre 6 meses y dos años. Después tiende a frenarse. Ese freno o ese periodo de tiempo se ha ido reduciendo con el paso de los años y es algo que va bajando en las sociedades que denominamos como más avanzadas.
El 32% de los varones y el 8% de las mujeres afirman tener fantasías con conocidos de la misma manera que el 59% de los hombres y el 49% de las mujeres que ya han llegado al cuarto año de relación se suelen quejar de sus parejas. Incluso se suele afirmar que en muchos casos el temor a que tu pareja no te encuentre tan apetecible sexualmente como cuando te conoció te hace reticente a mantener relaciones sexuales con la misma frecuencia.
Pero todo tiene solución. Una, que es la más fácil, es tener sexo con tu pareja cada 3 meses. Irritante, pero efectivo. Otra, más divertida, es que el sexo sea siempre una novedad. Vive Dios que puede serlo, se llama: fantasías. Lo divertido de ello es no saber qué va a pasar. Si va a ser rápido o lento, si va a ser encima o debajo. Si va a ser en la ducha o en el suelo del baño. Si va a ser en la cama o sobre la alfombra.
Aunque quizá lo mejor es aprender que el sexo, como cualquier otro medio de comunicación no verbal (bueno, decir cosas puede estar bien, "oh, si...sigue. Dame más. Quiero ver tu boca cogiendo el labio inferior mientras entornas los ojos") es una manera excepcional de compartir algo íntimo, algo único y algo, por supuesto, que no se puede entender sin la otra parte.
Porque una de las cosas que no sabe el gallo en el corral es que con ella es muy diferente que con cualquier otra.
Una cosa es el sexo como lo hace un gallo o como lo hace un atlético adolescente que considera que la cantidad tiene algo que ver con la calidad. Otra, muy diferente, es esa magia que se genera sólo y exclusivamente con la combinación exacta. Esa magia no la valora el efecto Coolidge aunque quizá el gallo lo hace es buscar la magia.
"Hagánselo saber a su pareja"
Yo ya he mandado un mail con un enlace a este post. A ver si hay suerte y mi señora Coolidge me deja hacer aquello con lo que sueño hace tantos años...
ResponderEliminarah, pero los gallos piden permiso?
ResponderEliminarMe tienes que perdonar, pero no he encontrado otra forma de contacto, así que te envío un enlace (de otro blog) de algo que creo te puede interesar y lo que es mejor, sobre lo que creo que puedes difundir y valorar dándonos tu opinión. Yo desde luego esperaré con mucho gusto la misma. :-)
ResponderEliminarhttp://manuelpereiragonzalez.blogspot.com/2010/01/red-sostenible.html
IALZA
nunca pensé que leería esto en el blog de un hombre.
ResponderEliminarno al sexo como spinnig!