Trabaja un poco, artistazo.

Ramón (el simpaticón) se queja de haberse convertido en una de las figuras más odiadas de la escena discográfica nacional, y eso tras no haber renovado "el Lingo" ya pasadas dos legislaturas de gobierno socialista. Una penita, digo yo.

Se queja, como lo hace "traepacáesecanon" Bautista, de que la piratería en internet y las descargas de todo tipo van a acabar con los artistas y la cultura en general vagando por los túneles del metro con sus destartaladas guitarras a la espalda.

Sin embargo en el Reino Unido, ese país de contrastes infinitos entre el amor y el odio, han realizado un estudio que valora los ingresos de los artistas. Constata, como es lógico, que las cantidades derivadas de las ventas van bajando a velocidades de vértigo. Constata, como mi memoria de conciertos rememora, que las cantidades recibidas por actuar están subiendo a unos niveles que pueden igualar o incluso superar los dinerillos que se reparten la discográfica, el Corte Inglés y, en menor medida, el artista.

Va a ser que en las artes, como en el trabajo del currito de turno, el que se lo trabaja, se lo gana. (Sobre todo hoy en día que hacer un disco con tantos medios y tantas posibilidades como hay es bastante más barato que pagar una hipoteca)

Otra cosa es que a alguno no le quiera ver ni el Teto (antes llamado el marica de terciopelo) y algún antiguo jurado de operación triunfo vea peligrar su modo de vida aunque siga haciendo bolos en su gira Tour del Diablo sin llamar mucho la atención.