16 de octubre de 2009

Me gustan guapas, me gustan con formas

(Siento profundamente el juego de palabras: Flipa con Filippa ( por estúpido y facilón.))

Filippa Hamilton, modelo que acompaña este post, es esa señorita que ha sido despedida después de un escandaloso tratamiento de adelgazamiento digital con el photoshop hecho por el becario del departamento de marketing de Ralph Lauren. El caso es que aunque los errores del photoshop y sus abusos varios no son nada nuevo en este caso se han desatado las alarmas por la delgadez extrema de ciertas imágenes publicitarias y algunos estereotipos culturales. (Recordemos a la anoréxica Ally mcBeal y ese complejo de obesa que le generó a la bien proporcionada Jane Krakowski durante aquel rodaje).

Hasta aquí la historia es, más o menos, como todas las historias sobre la necesidad de dar una imagen de una mujer sana en vez de una esclava de lo que digan cuatro costureras maricas. Sin embargo una de ellas, cuyo nombre es Karl Lagerfield ha declarado en respuesta a esta polémica que: "You've got fat mothers with their bags of chips sitting in front of the television and saying that thin models are ugly." (es decir: que todos esos que critican a las modelos por aparecer huesudas o anoréxicas son las típicas madres gordas que se sientan en el sofá todo el día comiendo patatas fritas).

Como hemos de suponer por cierta lógica este ancianito senil de 71 años es, aparte de misógino, el mismo tontaina que no hacía ropa para H&M porque "diseñar para una talla 38 era diseñar para gordas" (otra perla).

Los heterosexuales del mundo hemos de decir algo. No en vano la ropa tiene un gran componente de seducción y es a nosotros a quien se supone que nos ha de gustar (aparte de que ellas se sientan estupendamente bien con ello). De la misma forma que considero que el tanga tiene que ser una prenda diseñada por el demonio pero la prefiero a una braga-faja en los momentos de intimidad con el resto de la ropa pasa lo mismo. Y con la constitución física mucho más.

Sr Lagerfield: irse a la cama con una huesuda es algo complejo porque no sabes si estás con un preso de Auschwitz o si te va a sacar un ojo con el extremo del húmero. Acariciar unos pechos redondos es un placer fuera de lugar y nada comparable a pensar si lo que tienes en la mano es un pezón o un mal golondrino. Desplegar la lengua sobre su espalda y ver cómo se retuerce mientras sujetas su cadera es algo fantástico, si es que tiene cadera. Agarrarla dejando esconder los pulgares en el pliegue que se hace cerca de su pubis mientras la miras a los ojos, encima tuyo, es algo que no puede comprarse a intentar buscar un hueco donde agarrar cerca de las costillas pensando si la vas a romper. Y después, tapados con un albornoz, comerte un bombón de chocolate sin el prejuicio de la gordura es casi lo mejor del sexo. Y estoy hablando de sexo con una mujer de complexión media, ni gorda ni delgada, porque todos los excesos son malos y algunos, según vamos madurando, preferimos las mujeres sanas (y listas) y, a ser posible, con la mente preclara para no rendirse a una costurera anclada en el pasado estético de la mujer.



Pd: como colofón el video "Salvemos los pechos"

1 comentario: