31 de agosto de 2009

Terapia de choque

Leo: un ilusionista planea masticar 200 cigarrillos encendidos para dejar de fumar y pienso: "este tipo es tonto" porque para dejar de fumar no hace falta ninguna terapia de choque. Es lo mismo que cuando en 1988 yo decidí dejar de beber agarrándome la gran cogorza de mi vida: unos días después al recoger las fotos de aquel fin de semana de la tienda de fotografía (porque en el siglo pasado se hacía así) me descubrí fotografiado en el suelo de la casa de mi amigo desnudo, dormido (y curiosamente en ereccion) acompañado por las sonrientes caras de mis colegas que hacían gestos a la cámara.

Después seguí bebiendo, pero unos días más tarde.

Y aunque dicen que todo lo malo (nadie habla de lo bueno) que haces en la vida te viene de vuelta (véase video abajo) supongo que la mera realidad de haber hecho constancia de la tonteria del cenicero humano ya le hará estar contento y feliz mientras ingiere un marlboro tras otro y ronca mucho más por las noches. Lo de dejar de fumar, como casi siempre que no se consigue, es una declaración de intenciones sin poca fe y en algunos casos con carísimos parches de nicotina o un acupuntor feliz.

Por mi parte, como soy un hombre concienciado con la sociedad y siguen subiendo los impuestos del tabaco y la gasolina, voy a colaborar con la salida de la crisis llegando en mi coche al trabajo mientras me fumo otro cigarrillo con la ventanilla abierta. No lo hago por mi, lo hago por la economía del pais.

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