7 de mayo de 2009

La extraña memoria a corto plazo

Los niños recien nacidos tienen un concepto de realidad que únicamente alcanza a aquellas cosas que ve. Aún no tiene desarrollada la memoria y para él la realidad es sólo aquello que está en su radio de acción. Sobre los 6 meses ya son capaces de recordar, de asociar, por ejemplo, un carrito con un paseo e incluso son capaces de reconocer algunas palabras. De ahí a los 3 años empiezan a demostrar capacidades para recordar algunas cosas y apartir de esa edad algunos recuerdos ya quedan en la memoria, tal y como la conocemos, durante toda su vida.

Por eso los recuerdos más abajo de los 3 años no existen, porque aún no tenemos memoria.

Después se definen tres tipos de memoria, a corto, medio y largo plazo. La Memoria a medio y largo plazo es nuestro baúl de recuerdos donde están tanto los procedimientos aprendidos como las experiencias acumuladas. La memoria a corto plazo es aquella que utilizamos para interactuar con el entorno. Es esa que nos recuerda donde hemos visto las sillas para no tropezar contra ellas, la que nos recuerda qué habíamos venido a hacer aqui o la que, sencillamente, nos permite interactuar con el entorno y dividir cuales de esos estímulos pasaran al saco del largo lazo.

A veces, como si fueramos niños, nos tratan de eliminar de la memoria partes vividas exclusivamente arrebatándonoslo de a realidad diaria. Los medios nos crean o dejan de comentar problemas para que entren en nuestra memoria a corto o no creamos que existen. Estoy seguro que aquella persona nos deja de hablar para que la olvidemos, como si aún no tuvieramos desarrollada aquella función más allá de los 3 años. Incluso últimamente se habla de procedimiento que, como en la película, son capaces de borrar recuerdos.

Hay quien agradece vivir unicamente en su memoria a corto porque eso le hace sentirse capaz de controlar esos 7 o 10 objetos que componen la realidad y hay quien busca en su memoria a corto las sombras que dejó en la habitación aquel recuerdo que le quieren eliminar o que, simplemente, se niega a olvidar.

Quizá la falta de maduración social se basa en eso. en controlar nuestra memoria.
Quizá el truco para ser más feliz es aprender a olvidar, aunque yo soy de los que se niegan, por eso soy un pesimista, porque aprendo de todo lo que perdí pero que aún permanece en mi memoria, en alguna de las 3.

A las partes de mi memoria a largo que quieren ser de corto: un beso.

2 comentarios:

  1. En mi caso olvidar es necesario. Pero sólo lo consigo a ratos. No obstante, sí que tengo anómalos (por la teoría) recuerdos de cuando tenía menos de séis meses de edad (confirmados por adultos).

    Tengo más lagunas de memoria de la época veinteañera-alcohólica que cuando comencé a ir al colegio con dos años y medio. Creo... jajaja

    Pero no, no quiero que nadie me bloquee ni recuerdos, ni el coche, ni jugando al basket.

    Muy interesantes los extractos de los documentales.

    Salu2

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  2. tenemos un cerebro prodigioso, desperdiciado, pero prodigioso y la memoria es el instrumento que nos pone en contacto con nosotros mismos
    El cerebro es capaz de crear y recrear situaciones vividas, olvidadas tal vez, rememoradas otra.
    En nuestros actos siempre esta presente la memoria que ejerce de Pepito Grillo.
    Cuando no hablamos, enterramos un recuerdo, es pq nuestra memoria nos repiquetea, tratamos de no sentir,tratamos de olvidar un acontecimiento negativo o una reacción que provoca un sentimiento negativo. Tiempo sólo es cuestion de tiempo

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