30 de diciembre de 2008

Amaia Montero y la felicidad estúpida.

Ayer publicó El pais un reportaje sobre la felicidad, que no deja de ser un misterio para muchos investigadores, "a lo Punset". Dice el artículo, más o menos y con un sesgo navideño, que preocuparse por los demás y ser generoso contribuye más al estado anímico definido como felicidad que tener mucha pasta y gastártela en tí mismo.

!Oh, gran altruismo!

Dicen que la felicidad es un estado del ánimo resultado de una actividad neural fluida en la que los factores internos y externos interactúan estimulando el sistema límbico. En dicho proceso se pueden experimentar emociones derivadas.

Supongo que todo depende de los diferentes puntos de vista con los que veamos las cosas.

Lo que sí que es cierto es que a éste término le sucede lo mismo que al concepto de "amigo" que usan las redes sociales: que está demasiado manido.

Quizá por eso existen personas que consideran que la felicidad es a lo que canta Amaia Montero en algunas de sus "canciones"

No dudo en proclamarme como un tipo pesimista (y así lo firmo y afirmo) sin llegar al extremo de aquel libro que tuve en mi cabecera titulado "como me convertí en un estúpido" en el que el protagonista llega a la conclusión que plantearse la vida le genera infelicidad y que son aquellas personas "estúpidas" que se dejan llevar por el mundo las que llegan más pronto al nirvana feliz, por lo que decide convertirse en un idiota.

Tengo la desagradable virtud de posicionarme siempre en lo peor: si ella no llama: está con otro y riéndose de mi mientras se revuelca de placer ante las acometidas sexuales de alguien con mucha más virilidad que yo. Si el coche no arranca: serán 200.000 de la trócola. Si me duele el pecho: será cancer...


Por eso probablemente no soy capaz de entender a quienes ven la vida llena de flores y aunque lo intento nunca soy capaz de equilibrar mi negatividad. Es una de las razones por las que odio lo que significan las canciones felices.

"Melomaniáticamente hablando" (de melómano o melón) no me puede gustar esa música pero un probable nuevo objetivo para el año que empieza es aprender a equilibrarme. Sustituye ese objetivo al de dejar de fumar, porque tendría que dejar el blog.

3 comentarios:

  1. Creo que la entrada deberá llamarse más bien así:
    "Amaia Montero estúpida y la felicidad"

    Quizás existan esas insulsas tonadas para que hipocondríacos del amor como tú logren encontrar la paz y el sosiego después de una mala jugada.

    O quizás sean esas mismas tonadas las que te lleven a desesperar. ¿Quién sabe?

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  2. No he entendido nada y mira tú que está sonando la Amaia en " los 40 siguen iguales".
    En fin... Feliz año nuevo.
    Yo no voy a dejar de fumar, ya me dejará a mi el tabaco cuando quiera.

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  3. Voy a escribir ahora mi comentario porque a altas horas de la noche estoy aún más pesimista que tú.
    Si que es cierto, que a mi al menos el dar a los demás, tanto regalos materiales como afectos me hace féliz. Y eso de que se da sin esperar, es muy relativo. A veces te cansas de estar pendiente de la gente y de que pasen de ti olimpicamente.
    Que hables y no te contesten me hace pensar siempre que habré hecho algo mal.
    Yo solo conozco momentos puntuales de lo que podríamos llamar felicidad, y supongo que la esperanza de que lleguen otros más nos hace seguir por aquí.
    Respecto a lo de la palabra amigo, estoy de acuerdo en que se usa muy alegremente, para mi es algo muy serio.
    De lo de Amaia estoy empezando a pensar que en el fondo te pone...

    y no dejes nunca de fumar, siempre será un mal día para hacerlo.

    Besos

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