Parece ser que es innato al ser humano buscar aquellas personas o hechos que ratifiquen lo que queremos buscar. Eso le sucedió a los defensores de lo vasco hace unos años. Me estoy refiriendo al "hallazgo" en el yacimiento de Iruña-Veleia.
Allí, a 10 km de Vitoria-Gazteiz, se encuentran unos importantes restos romanos que certifican la existencia de la cultura romana en el seno de la sociedad vasca del momento. Hasta aquí estamos todos de acuerdo.
Sin embargo un estudiante con ganas de burla llamado Serafín Ruiz "descubrió" unas pinturas rupestre que el año 1991 se demostró que eran falsas no porque arqueólogos vascos hubieran certificado su antiguedad sino porque expertos ajenos a "lo vasco" dijeron que les parecía una broma sólo con ver la foto. 12,5 millones de pesetas gastados.
En el 2006 sacaron a la luz unas inscripciones que mezclaban signos egipcios con euskera relativamente moderno exclamando la absoluta antiguedad de lo vasco y haciendo gala de lo maravillosamente antiguo de esta cultura milenaria. (3,7 mill de euros)
Como algún experto ha dicho:
Cuando un enfermo, después de visitar a mil médicos se va a un vidente para que le diga lo que quiere oir y le paga una cantidad de dinero por decirle que se va a curar o que va a encontrar el amor de su vida sabemos que es un dinero perdido y en este caso se ha aprovechado la enfermedad histórica de las raíces vascas para conseguir burdamente dinero.
Que existe una llamada cultura vasca es un hecho, pero intentar hacernos creer que estaba ahí codeándose con los faraones egipcios, charlando amigablemente en euskera y tomando chiquitos a 10km de Vitoria, por definición, chirría.
Y también chirría que durante un tiempo nadie habló de los restos de pegamento y estropajos que se encontraban cerca de los "hallazgos", pero ya se sabe: un enfermo sólo ve lo que quiere ver. Y los videntes: cobran.
Siempre hay gente dispuesta a engañar por dinero, y gente dispuesta a escuchar lo que desea pagando.
ResponderEliminarCreo que es más complejo, Ilu:
ResponderEliminartambién están los que no pueden creer, por dinero. Caso, por ejemplo, de Salvador Cuesta Cobo.