2 de agosto de 2008

el armario secreto

En este mundo que se jacta de haber vivido guerras, revoluciones culturales y que está positivamente convencido que solamente la tecnología es capaz de sorprenderle llegaremos a la conclusión que lo que hay que hacer es ser tolerante con uno y con el entorno. Disponemos de excesiva información, de excesivos datos e incluso de excesivos medios. Conocemos lo perfecto y lo imperfecto, podemos drogarnos, estar con hombres, con mujeres, dedicarnos a la vida contemplativa, trabajar intensamente, beber, bailar, fumar, filosofar, follar, hacer el amor, conducir coches, barcos, aviones, saltar en globo, viajar de una parte a otra del mundo en unas escasas horas y conocer múltiples culturas dando el botón del mando a distancia que vive residente en el sofá. No podemos compartirlo todo, ni vivirlo todo, ni siquiera podemos obviarlo todo pero sabemos que está ahí, acechando. La única opción que nos queda es tolerarlo y valorar hasta que punto es una de nuestras múltiples opciones válidas.

Nos educan en que los comportamientos “correctos”, los que se supone que se han de llevar a cabo, son normalmente los más aceptables en cada situación ya que, al igual que los dichos populares, suelen tener razón. ¿Cuándo vuela el grajo bajo? ¿Qué pasa el cuarenta de mayo? ¿Pienso mal? ¿Acertaré?. Son verdades como puños. En muchos casos no, pero sí en la mayoría. Por eso mismo hay que hacer caso a las madres.

Tampoco podemos eliminar el hecho de que si nadie se plantea lo establecido, nada evoluciona. También que los grandes rebeldes han terminado mal: Van Gogh acabó sin oreja y pobre, Juana de Arco en la hoguera, John Lennon asesinado, Janis Joplin borracha. ¿Y los seguidistas?. Con familias sonrientes y su casa recién pintada. Lo que quiero decir es algo que ya he planteado: lo fácil es ceder y lo complejo es luchar contra lo establecido, así que deberemos de ceder en algo si no queremos vernos apresados contra los medios represivos de un sistema injusto y caduco.

¿En qué ceder?. Lo más fácil es hacerlo en aquellas cosas sencillas: sacar al perro, comer a la hora, recordar los cumpleaños, sonreír mucho, hablar con propiedad, criticar lo justo y dar la razón en lo que no sea inamovible. Eso sí, sin dejar de verlo todo desde fuera, porque eso es perder la esencia.

Por eso mismo lo que me queda, que no es más que una actividad personal (como la de hacer cajas para una mudanza) es tomar un folio en blanco y un bolígrafo nuevo. Encender la luz. Listar en dos columnas: Me importa. No me importa. Es inamovible. No lo es. ¿Es imprescindible?. Puedo hacer una lista de aquellas cosas que no he hecho y que siempre he querido hacer. Establecer una fecha límite para vivirlas. ¿La muerte es una fecha válida?. Sí, siempre y cuando no sean deportes de riesgo. Guardaré la hoja en el fondo de un cajón y la olvidaré para verla dentro de unos años con la idea de haber escondido todos los sueños en el armario secreto del Club de los Imposibles.

2 comentarios:

  1. LOS IMPOSIBLES, solo son cosas por las que no tenemos valor para luchar.
    Guardarlas en un cajon, es una manera de volverlas a recordar y martirizarnos, si de verdad son imposibles, tira la hoja a la basura para no verla mas, y sino hay que echarle huevos, y ponerla colgada de la nevera, para verla a todas horas, y te recuerde lo que quieres hacer.
    animos, seguro que no es tan dificil

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  2. Te aseguro que por mucho que guardes en un cajón tu listado, tu sabrás en cada momento que está ahí.

    ¿Imposibles?... ¡y, me lo dices tu!...
    Cansado, puede. Decepcionado, puede. Harto, también. Pero, por favor, no pierdas tu esencia.

    LOS IMPOSIBLES DE HOY SON LOS POSIBLES DE MAÑANA.
    (versión libre)

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