El viernes fue un mal día para dejar de fumar. Os lo explico: a la mañana tuve que renovar mi permiso de residencia... mala cosa: Soy guiri. Llevaba con él caducado desde un mes más o menos. No preguntéis por que!!! Llegué a eso de las 8:00 am para coger sitio y habia tres colas: la de extranjeros no comunitarios, la de extranjeros comunitarios y la de no extranjeros (por ser políticamente correcto).
Tras una hora esperando a que abrieran el chiringuito a unos 8ºC de temperatura, hombres, mujeres niños y niñas, ancianos y ancianas nos acercamos a los policías en busca de un número, el número, aquel maravilloso papelito que te permitiera dejar de pasar frío y volver a ser un ciudadano identificado.
En mi caso no tuve suerte a la primera y esperé otra hora. Y van dos!!! eso si, la temperatura subió ligeramente a partir de las 9:30, y con los tres cigarros que me metí entre pecho y espalda gracias al mechero de un rumano, se me paso bastante rápido el rato.
Cuando me dieron el número me dejaron entrar y finalmente pude sentarme. Me dolían las piernas pero igual era porque últimamente hago poco ejercicio.
Bueno, tras pagar mis euritos me dieron dos hojas en las que decía que ya estaba registrado. Eureka!!!!
Reconozco la igualdad en el trato. Todos esperábamos. Todos ciudadanos, todos iguales, sin distinción, todos administrados por una administración que desconoce el concepto de orientación al cliente.
Para los que se me vayan a cabrear diré que no es una crítica al país, no es una critica a los polis que daban los números (que por cierto eran amables. Seleccionaron bien el perfil) ni a las funcionarias de la ventanilla, que era una joya. Peor digo yo. ¿Cuando llegara la informática y los teléfonos a la administración publica? ¿y las citas previas?, ¿y el diseño de recursos ajustados a las demandas?
Cuando veremos a una administración que se conciba a si misma como una organización orientada al cliente, esto es, al ciudadano. Sea esto aquí o en sebastopol me da igual. No cambia mucho. La administración se ve a si misma como un proveedor único de ciertos servicios y ya sabemos lo que ocurre cuando no hay competencia ¿no? Que nos tienen comiendo de su mano.
Bueno menos mal que cenamos bien a la noche y que nos tomamos unas cuantas copas en buena compañía. Afortunadamente en nuestro caso estas quejas se olvidan rápido. Vivimos bien no????????????
quiza el estado del bienestar se basa en engañarnos con cenas para que no nos quejemos en las largas colas burocraticas.... ¿sera ese el truco?
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